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Qué es el parto natural
Isabel Fernández del Castillo
La expresión "parto natural" en muchos ámbitos
se interpreta como una nostálgica vuelta al pasado: parir sin epidural,
sin oxitocina, parir sin esto y sin lo otro. Allí donde la tasa
de cesáreas es alta (España y Sudamérica, por ejemplo),
hay quien utiliza ese término para referirse a un parto vaginal.
Pero parto natural no es simplemento un parto “sin”, sino
aquel que se produce gracias a la maravilla de la fisiología, y
en el que los procedimientos obstétricos se aplican únicamente
en caso de necesidad. Es lo opuesto al parto medicalizado, atendido por
la obstetricia convencional, en el cual la tecnología sustituye
la fisiología de la mujer, desvirtuando la experiencia del nacimiento,
y generando riesgos innecesarios para la madre y el bebé. En el
primer caso la técnica está al servicio de la naturaleza,
en el segundo, la naturaleza es doblegada por la técnica. Las tasas
de cesáreas en los países y hospitales que respetan los
procesos naturales no suelen superar el 10%. Cuando la asistencia es de
corte intervencionista, la tasa de cesáreas siempre es superior.
No es posible asistir dignamente a una mujer parturienta sin comprender
la verdadera naturaleza del parto: es un acontecimiento involuntario,
tanto como el sueño o el orgasmo, aunque mucho más complejo.
Todos sabemos lo que ocurre cuando uno trata de controlar o dirigir mentalmente
estos procesos: simplemente no ocurren. La sola pretensión de controlar
un proceso involuntario lo inhibe, y eso es lo que sucede con el parto
hospitalario. Ese es el motivo por el cual cuando la mujer llegar al hospital,
la dilatación a menudo se estanca. Cuando el parto se inhibe, se
prepara el terreno para todo tipo de procedimientos que sustituyen la
función de una naturaleza que en estas condiciones, obviamente,
no puede funcionar: estimulación con oxitocina, episiotomía,
anestesia, fórceps, cesáreas innecesarias … se sustituye
un proceso natural sofisticado y sabio por un conjunto de técnicas
encaminadas a resolver los problemas a menudo creados por ella misma.
Y también para someter un proceso con un ritmo propio al ritmo
acelerado que establece el hospital.
Dice Michel Odent que de las muchas preguntas que se hacen los estudiantes
de obstetricia hay una que continúa ausente de los planes de estudios.
Esa pregunta es ¿Cuáles son las condiciones idóneas
para un parto fluido?
- Intimidad, seguridad y apoyo emocional
Lo mejor que podemos hacer para favorecer un proceso involuntario es
conocer y crear las condiciones idóneas para que se produzca
solo. Puede resultar paradójico que la única forma de
“humanizar” el parto sea recapitulando el hecho de que somos
una especie “mamífera”. El parto es un acontecimiento
instintivo, llevado a cabo por nuestro cerebro mamífero, y en
el que la participación de nuestra mente racional tiene un efecto
contraproducente. Lo más que se puede hacer es rendirse a la
experiencia y permitir que ocurra, para lo cual el ambiente en que transcurre
y la calidad humana y actitudes de los asistentes es esencial.
Ese cerebro mamífero primitivo es también nuestro cerebro
emocional (sistema límbico). Es una constante en todas las especies
mamíferas que la parturienta necesita una atmósfera de
intimidad y recogimiento, de seguridad física y emocional, que
le permita entrar en el estado de consciencia especial propio del parto.
Cuando este estado de intimidad se impide, cuando una hembra mamífera
se siente amenazada, o incluso indiscretamente observada, el parto se
interrumpe: las hormonas del estrés inhiben las hormonas del
parto.
Esto pone de relevancia la enorme importancia del estado emocional de
la madre y cómo influye en él el soporte emocional y el
trato que recibe, así como las condiciones y el ambiente en que
transcurre el parto. La forma en que se trata a la mujer de parto puede
condicionar totalmente su progreso. Por ello, las primeras recomendaciones
de la OMS no se refieren a los aspectos técnicos, sino emocionales
y psicológicos: Debe fomentarse una atención obstétrica
crítica con la atención tecnológica al parto y
respetuosa con los aspectos emocionales, psicológicos y sociales
del parto.
- Ambiente y entorno apropiado
El parto es dirigido por el cerebro mamífero (emocional), pero
inhibido por el neocórtex (racional). Decía Michel Odent
que es suficiente preguntar a una mujer su número de la seguridad
social para que el parto se interrumpa. Debe pues evitarse todo lo que
active el pensamiento racional en la mujer de parto: hablarle sin necesidad,
darle órdenes o interrumpirle en su “viaje interior”.
También interfieren las luces, los ruidos, el frío, la
prohibición de comer, la incomodidad de tener que mantener una
postura determinada o estar en un lugar poco apropiado, como es el paritorio.
Las condiciones necesarias para un parto fluido no difieren mucho de
las condiciones idóneas para dormirse: intimidad, penumbra, silencio…
todo lo que permita a la mujer ensimismarse. Dice Sheila Kitzinger que
“el lugar ideal para dar a luz es el mismo que para hacer el amor”.
- Libertad de expresión
La represión de la expresión de dolor durante el parto
tiene la consecuencia de reprimir la evolución del parto mismo.
Beatrijs Smoulders, comadrona holandesa, afirma en su libro “Parto
Seguro” (Editorial Médici), “Hace años, de
una parturienta se esperaba que fuera fuerte y no dijera ni pío
al dar a luz. En estos casos, el personal sanitario del hospital podía
afirmar: “¡Qué bien lo hace la señora!”.
Mientras que la comadrona de hoy en día más bien pensaría:
“¡Suelte un berrido de una vez, señora, y así
como mínimo pasará algo”. Sumergirse y aceptar el
dolor es condición necesaria para la producción de endorfinas,
“opiáceos” internos que amortiguan y modifican la
percepción del dolor.
- Libertad de movimientos y postura para el expulsivo
La posición tumbada para dilatar (enganchada al gotero y al monitor)
y el potro obstétrico para el expulsivo pasarán a la historia
como uno de los mayores y persistentes errores de la obstetricia.
Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece
el parto y la horizontal lo entorpece. En horizontal, el canal del parto
se alarga y estrecha y el coxis se dirige hacia lo alto, convirtiéndose
en una vía de paso más angosta para el bebé, y
además cuesta arriba. En posición vertical la vagina se
amplía y acorta, pero además la presión de la cabeza
del bebé sobre el cuello del útero ejerce un efecto hormonal
que estimula la producción interna de oxitocina, y por tanto
la dilatación. La posición vertical acorta y amplía
el canal del parto, permite que las articulaciones de la cadera se abran
más para dar paso al bebé, facilita sus movimientos de
rotación y permite que la fuerza de la gravedad le ayude en su
descenso. Episiotomía y fórceps son procedimientos técnicos
que sustituyen la fisiología de la mujer y la gravedad con evidentes
y penosos efectos secundarios para la madre y el bebé.
La mujer debe tener la libertad de dilatar y parir en la postura que
más le convenga: en cuclillas, sentada en el taburete obstétrico,
a cuatro patas, de lado, colgada de alguien, de pié… El
instinto indica en todo momento cual es la postura idónea mediante
un lenguaje infalible: la más cómoda es también
la más fisiológica.
- Asistencia profesional respetuosa
Siendo la fisiología del parto tan sensible al entorno, el papel
del profesional asistente es estar disponible en un discreto segundo
plano, sin interferir, confiando en los recursos de la mujer para dar
a luz, y aplicar los procedimientos obstétricos únicamente
si hacen falta. El protagonismo del parto corresponde a la mujer.
- Procedimientos naturales de abordar el dolor
La producción de endorfinas se favorece cuidando al máximo
las condiciones en que transcurre el parto y evitando todo lo que pueda
producir estrés. Actualmente la tendencia es a recurrir a formas
inocuas y agradables de amortiguar el dolor: cambiar de postura, baño
de agua caliente, masaje en la zona lumbar, masaje de pies, sentarse
en pelota de goma
- Intimidad y tiempo para recibir y acoger al bebé
El momento del nacimiento es un momento especial, mágico, en
el que el estado hormonal propio del parto natural crea las condiciones
para que produzca el vínculo madre-hijo, un vínculo que
tiene consecuencias duraderas sobre esa relación, sobre la confianza
de la mujer en su capacidad para amar y criar a su hijo, sobre el desarrollo
emocional del bebé. El vínculo que el bebé crea
con su madre es el troquel, la base de su capacidad para crear vínculos
posteriores. Por ello el nacimiento medicalizado tiene consecuencias
no sólo físicas, sino psicológicas y sociales.
Madres y bebés deben estar juntos tras el nacimiento, y en todo
momento, y no se justifica que un recién nacido sano sea apartado
de su madre. Incluso los prematuros progresan mejor con el “método
canguro” que con la incubadora, o al menos con un sistema mixto.
La OMS recomienda iniciar la lactancia antes de abandonar la sala de
partos.
- Cordón umbilical
El respeto por la fisiología del parto implica reconocer la función
del cordón umbilical, que continúa latiendo y suministrando
sangre oxigenada al bebé durante varios minutos tras el nacimiento.
La naturaleza no hace nada que no sea necesario, y esos minutos son
el tiempo que el recién nacido necesita para comenzar a utilizar
sus pulmones sin angustia ni riesgo de privación de oxígeno.
El recién nacido tiene el derecho de disponer de esos minutos
y de esa sangre, y con mayor motivo si ha tenido sufrimiento fetal,
ya que al iniciar la respiración la sangre acude a los pulmones
en detrimento del cerebro. Pinzar el cordón inmediatamente tras
el nacimiento es una práctica que, a la luz de la evidencia científica,
debería haber sido abandonada.
Contrariamente a lo que se piensa, parto natural no es volver al pasado,
sino recuperar la capacidad y la confianza en la propia naturaleza y rendirse
ante ella. Tampoco es renunciar a la tecnología, sino adjudicarle
el lugar que le corresponde: las complicaciones, los casos de riesgo.
Y es que las prácticas de rutina en el paritorio no son buenas
ni malas, son oportunas o inoportunas. Y cuando se imponen de forma sistemática
e indiscriminada a mujeres que no las necesitan son inoportunas. La evidencia
científica demuestra que el parto natural no sólo es más
digno para la mujer, es también el más seguro. Por ese motivo,
la Organización Mundial de la Salud recomienda una calidad de atención
basada en el protagonismo de la mujer y en su fisiología, y el
mínimo grado de medicalización posible.
Fuente: Holistika.net
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